Una investigación llevada a cabo en Singapur ha confirmado la relación entre las diminutas partículas de la contaminación atmosférica y los paros cardíacos repentinos en la población general.

Publicada en la revista científica ‘The Lancet Public Health’, esta investigación, que se basa en los datos recogidos entre 2009 y 2018, resuelve la incertidumbre causada por las inconsistencias en estudios anteriores debido a las limitaciones en la disponibilidad y calidad de los datos ambientales y de la enfermedad.

El estudio evaluó si existía una correlación entre las paradas cardíacas extrahospitalarias y los niveles de diminutas partículas de contaminación del aire que son al menos 25 veces más pequeñas que el ancho de un cabello humano. Esta categoría de partículas PM2,5 es conocida por investigaciones anteriores por aumentar significativamente el riesgo de enfermedades cardiovasculares, respiratorias e incluso oculares.

«Hemos aportado pruebas claras de una asociación a corto plazo de las PM2,5 con la parada cardíaca extrahospitalaria, que es un acontecimiento catastrófico que suele provocar la muerte súbita», ha comentado el líder del estudio, Joel Aik.

Este estudio, que sigue una metodología similar a la utilizada en los estudios referenciados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para establecer las directrices sobre la calidad del aire, basó sus conclusiones en los datos sobre todos los casos de paros cardíacos fuera del hospital en Singapur entre el 1 de julio de 2009 y el 31 de diciembre de 2018. El calendario de estos casos se comparó con los niveles diarios de contaminantes del aire durante el mismo periodo.

El análisis estadístico identificó 492 de los 18.131 eventos de paro cardíaco extrahospitalario que los investigadores pudieron atribuir a un aumento de las concentraciones de PM2,5, ya sea el día del paro cardíaco o hasta dos días antes. El estudio también identificó una clara reducción del riesgo de tres a cinco días después de la exposición al contaminante, lo que sugiere un efecto relativamente a corto plazo.

La concentración media de PM2,5 durante el periodo de estudio fue de 18,44 microgramos por metro cúbico, y una disminución de sólo un microgramo supuso una reducción del 8 por ciento en el número de paradas cardíacas, mientras que una disminución de tres microgramos supuso una reducción del 30 por ciento.

«Estos resultados ponen de manifiesto que los esfuerzos por reducir los niveles de partículas contaminantes en el aire en el rango de 2,5 microgramos o menos, y las medidas de protección contra la exposición a estas partículas, podrían contribuir a reducir los paros cardíacos súbitos en la población de Singapur, al tiempo que reducirían la carga de los servicios sanitarios», ha detallado el doctor Aik.

En muchas ciudades del mundo la contaminación atmosférica es un problema cotidiano. Acontecimientos menos comunes pero extremos, como la neblina y los incendios forestales, también pueden provocar aumentos repentinos y drásticos de las partículas PM2,5. Fuente: Europa Press.

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