Mañana 20 de abril es la fecha marcada por el gobierno para poder quitarnos las mascarillas en interiores. También en el trabajo, siempre que la empresa lo permita.

Dos parámetros son claves en la decisión de riesgos laborales de cada compañía para autorizar si los empleados podrán deshacerse o no del tapabocas: la distancia de seguridad que se pueda mantener entre los trabajadores y la capacidad para ventilar correctamente.

Esta última variable es la más complicada de evaluar debido a que muchas empresas no cuentan con parámetros para medir la calidad del aire. «La mayoría lo va a hacer a ciegas, porque no van a tener ningún parámetro para controlarlo, como medidores de CO2, para ver si la ventilación es correcta o no», asegura Patricia Ripoll, divulgadora sanitaria y portavoz de Aireamos, una plataforma que agrupa a científicos, universidades y ciudadanos para asegurar la calidad del aire.

Edificios inteligentes vs edificios herméticos

¿Qué pasa, entonces, con los edificios inteligentes?, ¿y con los herméticos?, ¿cómo ventilarán?, ¿qué necesitarán para hacerlo?

Lo primero que hay que distinguir es que un edificio hermético no es un edificio inteligente por definición. Este último cuenta con una estructura que utiliza procesos automatizados para regular la temperatura, ventilación, iluminación o seguridad del inmueble como si fueran organismos vivos conectados.

Los edificios inteligentes incorporan medidores de CO2 para monitorizar en tiempo real. Eso significa que el sistema es capaz de ajustar el volumen de aire y la ventilación en base a las necesidades que le va informando el recinto, por lo que el caudal de aire es distinto en cada momento.

Edificios contaminados

Nada que ver con un edificio hermético, que, aunque son energéticamente eficientes, no controlan de la misma manera los problemas de ventilación. «Nos encontramos con muchos edificios en los que no se pueden abrir las ventanas, pero que no han sido concebidos como edificios inteligentes. Es decir, controlan la temperatura y demás, pero no tienen una buena recirculación ni ventilación ni limpieza del aire en base a sus necesidades, lo que provoca que en ellos se dispare la contaminación del aire que se respira en el interior», señala Ripoll. «Son edificios que pueden llegar a ser edificios enfermos, que pueden estar contaminados hasta cinco veces más que otros».

Rosa María Orriols, miembro de la junta de la Asociación Catalana de Salud Laboral y asesora de la OMS, insiste en la idea: «Los edificios herméticos se han demostrado que son edificios enfermos y, aunque se puedan poner ciertas medidas como humificadores o ventilación interna, son un auténtico reto para la salud de los trabajadores». Y añade: «Si no existe una suficiente renovación del aire, los trabajadores deberían seguir llevando mascarilla dentro».

El problema es que muchos edificios herméticos son considerados inteligentes cuando no lo son. «La mayoría de los inmuebles son herméticos. Inteligentes no hay muchos. Están bien pensados pero no tienen sistemas de ventilación que estén monitorizando de manera constante», sostiene la portavoz de Aireamos.

Medición CO2 y filtros HEPA

En un edificio hermético, en donde no se puede abrir las ventanas y se recurre a la ventilación interna, la medición del CO2 es clave, ya que su concentración varía en base a la calidad del aire y a la ocupación del inmueble. Si hay mucha gente en un mismo espacio y el aire no se está renovando, el nivel de CO2 sube, lo que indica que hay un problema de caudal de aire limpio, lo que beneficiaría a la propagación de la covid o a sufrir más dolor de cabeza o fatiga.

Los filtros HEPA pueden mejorar la calidad del aire, pero no son definitivos. Es importante que estos aparatos se renueven periódicamente y estén correctamente dimensionados con el espacio y a la ocupación que exista, no vale con un pequeño aparato al lado nuestro.

El problema de estos edificios herméticos, que se pusieron de moda hace un tiempo, es que la ventilación es conjunta, por lo que el virus se puede propagar a través de ella. «Los filtros HEPA puedan ayudar a que el aire esté más limpio, pero en absoluto pueden mitigar el problema de la falta de ventilación», señala Orriols. «Atacar directamente a la ventilación se hace con un buen diseño de ingeniería».

Ventilación regulada por ley

El diseño de la ventilación está regulado por ley, pero, en general, se ha sido poco estricto con la legislación, según los expertos. «Si todos los edificios tuvieran un buen diseño de ventilación, no habría problemas con el covid ni con nada», asegura la asesora de la OMS. «El problema es la capacidad, cuando se diseña un edificio para x personas y luego se duplica».

Los expertos insisten en que ventilar correctamente no significa solo poder abrir la ventana sino tener una ventilación mecánica correcta: tan importante es la velocidad del aire como el flujo. «Lo ideal sería ter un flujo laminar, que entrara el aire por arriba y saliera por abajo, justo en el otro lado, y tuvieras un barrido. El problema es el flujo turbulento, cuando se mezcla todo, dando lugar a que se cree una zona más contagiosa», explica Orriols. Fuente: NIUS

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